Querido lector,
Italia es una gloria en esta estación del año, cuando la hierba verde cubre los valles, los primeros higos brotan, y las lluvias primaverales desparraman pétalos de cerezo por doquier. Yo estaba allí, para una conferencia sobre “Holocausto y Oriente Medio: la historia amordazada”, organizada por el gran profesor Claudio Moffa, que tiene la pinta de Paul Newman: un italiano alto, enjuto, de ojos zarcos y nobles facciones, experto para tomar a contramano las calles de un solo carril. Su repugnancia por las prohibiciones no se limita a las señales del tráfico: parece que es suficiente poner un letrero de “entrada prohibida” en cualquier parte, incluso en un debate histórico, para que el hombre arremeta, de cabeza. Descubrió la parte más caliente y más tabú del discurso europeo y organizó una conferencia, a la que concurrieron profesores de historia, desde las universidades de Siena y Calabria, Tourino y Nápoles, Roma y Urbino, así como escritores y periodistas de toda Italia, siendo yo el único extranjero. La conferencia tuvo lugar en la universidad de Moffa, en Teramo, una ciudad medieval encantadora, en los montes Abruzos, a la sombra de los altos picos nevados del gran monte Sasso. Entre muchos participantes y hablantes, mencionaré al profesor Mauro Manno, cuyos artículos usted puede encontrar en mi página www.israelshamir.net , y el Doctor Tiberio Graziani, editor de la revista Eurasia. Se puede leer acerca de la conferencia y las cosas que se dijeron allí en la página del profesor Moffa, y he aquí mi aporte:
Uno no debería asombrarse de que la gentil Clio, musa de la historia, se encuentre amordazada. Pues la historia no es una apacible colección de datos y hechos. La historia es un campo de batalla, pues al reescribirla se puede cambiar el mundo. No hay quién pueda cambiar el pasado, dice el refrán, y es cierto. Pero si no estamos conformes con nuestro presente, podemos cambiar nuestra comprensión del pasado, y esto cambiará nuestro futuro. Estas cosas se saben desde tiempos inmemoriales, y por esto es que a la historia le han puesto de custodia a los guardianes de lo más sagrado, para afianzar la estructura del poder y un mínimo de continuidad. El que controla el pasado determina el futuro. El tema de esta conferencia trata exactamente este tema: estamos molestos con el presente, nos volvemos hacia el pasado, y al reformularlo planeamos influir sobre el futuro. Si algunas partes del discurso histórico son objeto de una fuerte defensa, o se encuentran pervertidos y trastornados, tanto más nos corresponde atacar dicho discurso.
El Holocausto no es, ni mucho menos, el único dominio rodeado por sólidas defensas; en la historia, hay otras zonas donde uno puede encontrarse en apuros si se le ocurre meter la nariz indebidamente. El caso antiguo de los sacrificios humanos practicados por judíos volvió a emerger hace poco en Italia, con la publicación del libro del profesor Ariel Toaff titulado Pascuas de sangre http://www.israelshamir.net/Spanish/Sp39.htm . Como ya saben ustedes, el profesor Toaff demostró que algunos judíos acusados de secuestrar y matar a niños cristianos en la Edad Media eran realmente culpables, como lo dictaminaban los tribunales. Fueron ajusticiados por asesinato brutal, y de ninguna forma se trataba de víctimas de un supuesto prejuicio cristiano o antisemitismo primordial. Uno podría pensar que esto debería celebrarse, pues no había ninguna calumnia sino un justo castigo; la justicia triunfó, y los modernos judíos deberían sentirse felices de que el prejuicio antijudío medieval no sea más que un mito, comparable al de los alemanes que convertían a los judíos en jabón.
Pero a las organizaciones judías esto no les hizo ninguna gracia. Atacaron al profesor judío, que es un especialista de estudios medievales judíos, y ejerce en una universidad israelí. E; el profesor Toaff, torturado mentalmente, casi crucificado, entró en pánico, retrocedió y mandó a destruir el libro (por suerte en nuestros días no es tan fácil, y el libro se puede leer en la red, por ejemplo en http://www.vho.org/aaargh/fran/livres7/pasque.pdf ; entregó el poco dinero que había recibido del editor a la inquisición judía de la Antidieefamation Defense League, y lo obligaron a echarse atrás, a abjurar de lo que había escrito.
El parlamento israelí (Knesset) contempla la posibilidad de mandar al Dr Toaff a la cárcel, otros tratan de formarle juicio por lo que sea. ,La idea es que de forma que termine muriendo pobre y apestado. Aquí en Italia, lo más natural es comparar al Dr Toaff con Galileo, aquél gran universitario italiano, que fue perseguido por su descubrimiento científico, y prefirió abjurar en vez de arrostrar una muerte feroz.
Pero en realidad convendría mejor comparar el caso del Dr Toaff con el de su colega italiano y judío, el Dr Carlo Guinzburg, autor de El aquelarre de las brujas. Ginzburg demostró que los friulianos, es decir los habitantes de Friuli, cerca de Venecia, andaban metidos en magia negra, algo que procedía de sus antiguos rituales de fertilidad. Toaff llegó a un resultado semejante acerca de los judíos, que practicaban la magia negra y que esto procedía de su antiguo culto a la venganza y a la salvación por la sangre. Pero los fruilianos no se inmutaron, mientras que los judíos por poco linchan al profesor, con lo cual se demostró que los friulianos son gente de mente abierta que pueden contemplar con mediana curiosidad las fechorías de sus antepasados, mientras que los judíos todavía no hacen las paces con su no exclusividad, su no elección, su no sacralidad.
Junto con el Dr Ginzburg, el Dr Toaff había completado el proceso de reinterpretación de la Edad Media que Mircea Eliade describió tan bien en su Ocultismo, brujería y modas culturales. Eliade escribía: “Unos 80 años atrás, unos eminentes universitarios como Joseph Hansen y Henry Charles Lee consideraban la magia negra un invento de la Inquisición, no de los brujos. Consideraban los relatos sobre aquelarres de brujas, ritos satánicos, orgías y crímenes, como producto de la fantasía o resultado de confesiones obtenidas mediante la tortura. Ahora sabemos – escribe Eliade- que la magia negra no era un invento de la Inquisición.” Tampoco lo eran, podemos añadir, los sacrificios humanos practicados por judíos, que están comprobadoas, que sucedieron más allá de cualquier duda.
Toaff investigó el caso de Simón de Trento, un niño asesinado ritualmente por judíos expertos en magia negra. La culpa de unas pocas personas judías fue probada por el mejor tribunal posible en aquellos días, y los judíos que eran inocentes no sufrieron más que los musulmanes inocentes en Estados Unidos después del 11 de septiembre. Otro caso fue el de Hugo de Lincoln, un niño asesinado ritualmente en 1255: de los 90 judíos detenidos a raíz del crimen, se soltó a más de 70, sin un rasguño, una vez demostrada su inocencia, mientras que a los culpables se les ahorcó: nada que ver con un linchamiento callejero.
En un nítido rasgo de etnicismo patente, la enciclopedia judía por Internet Wikipedia describe a Hugo de Lincoln como “supuestamente asesinado”, mientras que la sentencia justificada figura como “infamia”. Aquello de “infame acusación de crimen ritual” es un cuño estandardizado que le estampan a estos casos, para significar que se trata de judíos siempre inocentes infamados por cristianos prejuiciosos ados. Pero, si se puede sacar una lección moral de estos viejos asuntos criminales, concluiremos que el sentido de la justicia y la buena fe europea prevaleció cada vez; mientras que se castigaba a los judíos culpables, los judíos inocentes siguieron viviendo y prosperando, siendo la única comunidad no cristiana residente en toda Europa.
La justicia musulmana no era peor: en 1840 ocurrió en Damasco que un monje fue asesinado por unos pocos judíos que confesaron el crimen y fueron castigados. Pero esto no afectó para nada la prosperidad de sus hermanos, y Farkhi, un judío de Acre, siguió siendo considerado el hombre más rico de en Siria después del escándalo. El caso lo investigó el gran orientalista Richard Burton, cónsul británico en Damasco, quien había empezado por ser un filosemita patente (“si hubiese podido escoger a qué raza pertenecer personalmente, ninguna habría sido más de mi agrado que la raza judía”) pero avaló el veredicto en este caso, y redactó una explicación completa del affaire. Los judíos de Londres pagaron para comprarle el manuscrito a los herederos de Burton, y hasta el día de hoy no se ha podido publicar, está sepultado en los sótanos del Congreso de los judíos británicos (Board of Deputies). El periodista británico y judío Aronovitch le reprochó a Siria que nombrara de ministro a una persona que se había atrevido a escribir sobre esto, pero nunca mencionó la investigación británica. , sSolamente aludió a una “calumnia infame” como si esto lo explicase todo.
Pues sí, antes que estuviera el tema del Holocausto, estaban las “calumnias infames” sobre crímenes rituales. Cuando uno lee los textos judíos y judeófilos anteriores a la Segunda Gguerra Mmundial, uno nota que el lugar actualmente ocupado por el dogma del Holocausto en el universo judeocéntrico nunca estuvo vacante. ;Por entonces ese lugar lo ocupaba el tema de los pogromos en Rusia, el caso Dreyfus, la Inquisición, la expulsión de los judíos de España, la destrucción del Templo, etc. Yy además, de forma recurrente, la “calumnia infame”. Todas estas evocaciones acarreaban el mismo mensaje: proclamaban eterno, único, irracional y sin el más mínimo motivo el sufrimiento de los judíos, causado por el odio irracional de los gentiles; con esto se unificaba y movilizaba a los judíos contra los gentiles; se desinflaba algo de la envidia, hostilidad y desconfianza existentes, convirtiendo esto en compasión, e incluso se lograba suscitar sentimientos de culpa entre los mejores de los goyim.
El caso del Dr Toaff puede ayudar a nuestros amigos que están obsesionados con el tema del Holocausto para entender el meollo del asunto. Personalmente respeto a los disidentes /negadores por ir contra la corriente, pero no comparto su apasionamiento. Claro que sí, estos cuentos acerca de sufrimientos descomunales e inmerecidos podrían discutirse a la luz de los hechos concretos. Esto es lo que hizo Serge Thion en relación con el Holocausto, y observó que Elie Wiesel, el gran narrador del Holocausto, prefirió permanecer aferrado a sus perseguidores nazis antes que quedarse con sus liberadores rusos [cuando los alemanes soltaron a sus prisioneros en Auschwitz]. La misma confrontación con los hechos concretos hicieron el Dr Toaff y Sir Richard Burton en relación con los sacrificios sangrientos, y llegaron a la conclusión de que la respuesta de las autoridades había sido mesurada y legítima.
El historiador ruso Kozhinov investigó sobre los pogromos en Rusia y demostró que en estos enfrentamientos violentos murieron en bastante mayor número fueron muertos cierto número de no judíos ¡más que judíos! El pogromo mayor y más sangriento de todos, el de Kishinev, lo describió Bialik, el poeta nacional judío, como la mayor de todas las matanzas, con las calles anegadas en sangre. , y Een un artículo reciente de Haaretz, un periodista israelí escribió que “nadie duda del derecho a existir de la nación rusa, porque los cristianos de Kishinev a principios del siglo XX les clavaban las uñas en los ojos a los niños judíos”. Sin embargo, a diferencia de los casos de infantes italianos o ingleses torturados hasta la muerte por brujos judíos, los alegatos de “uñas clavadas en los ojos etc.” eran un simple brote de fantasía que fue desmentido en seguida; en realidad, en Kishinev no más de 45 personas perdieron la vida, es decir un cuarto de los asesinados en Deir Yassin, o sea, la cosecha mensual durante la Intifada.
De modo que todos estos cuentos de sufrimiento inmerecido pueden ser objeto de revisión reconstrucción, pero para qué preocuparse, si lo único que pretenden los productores de semejantes relatos es difundir la idea de que los judíos son únicos y distintos, han sufrido más que nadie en el mundo, y que por esto nos corresponde abrirles el camino, y son de lo mejor que hay, mientras que al que se le ocurra poner algo en duda se le tacha de obsesionado por un antisemitismo místico. Estos relatos los sacan adelante para despertar la furia judía contra sus supuestos perseguidores, ¡eso es todo!
Me repugnan estos cuentos de víctimas colectivas, y no solamente porque su base factual es endeble. Pues no son el resultado sino la causa misma del sufrimiento. Cada vez que se publican relatos sobre persecución no provocada, no lo dudéis: sus mismos promotores están preparando alguna atrocidad bestial muy pero muy característica de ellos. suya. Los judíos blandieron la historia del holocausto, y acabaron con la pacífica población palestina en 1948. Los armenios recitaron la historia de su sufrimiento único y no provocado, y a continuación masacraron a inocentes civiles azeríes en Qarabag en la guerra de 1991-94, enviando a cientos de miles de refugiados a Baku. Polacos y checos caldeados por los relatos de sus propios sufrimientos bajo el Reich echaron a millones de alemanes étnicos de sus tierras ancestrales, mientras que los ucranianos que relataban los cuentos de su propio sufrimiento en Rzecz Pospolita masacraban a miles de polacos en Volyn.
Las políticas nacionales son paralelas a la política de género, como lo subrayó Otto Weininger: así, las feministas promovieron un discurso sobre el sufrimiento de las féminas bajo la eterna opresión de los machos, y con esto causaron el colapso de muchas familias, el empobrecimiento de las mujeres y la emasculación de los hombres. Un discurso de este tipo puede balancearse con un discurso contrario. Por una parte es verdad que los hombres suelen caer en la violencia física, pero por otra las mujeres son mucho más eficientes en la agresión verbal. La lengua con la que azotaba lady Macbeth no era menos culpable que el cuchillo afilado del señor Macbeth. Las mujeres saben cómo provocar a un hombre; y los hombres responden, a veces con un beso, otras con una bofetada, o con balas. José mató, pero Carmen es la que provocó. A pesar del muy promovido mito de las chicas estilo alambre de púas, las mujeres no tienen tanto éxito cuando de encontronazos físicos se trata, por lo cual tratan de prohibir la violencia física pero permiten la violencia verbal, y logran desterrar hasta el concepto mismo de provocación.
Volviendo al tema, si los turcos mataron, los armenios eran los que habían provocado; y cada vez que hubo movimientos contra los judíos, los causaron actuaciones de los judíos. Definitivamente, soy un negador de la existencia misma del antisemitismo, en tanto que “odio irracional contra los judíos”. No existe tal cosa. Se luchó contra la judería por ser ésta un poder, como lo fueron desde la Iiglesia Ccatólica y romana hasta la Standard Oil Co . Los judíos no eran corderos, sino un factor activo de la vida ideológica y económica de las sociedades en las que estaban inmersos. Uno puede estar a favor o en contra de ellos. Pero nada de odio, seguro que no. Los no judíos han sido más leales a los judíos, en muchos casos, que los judíos con los no judíos. Si hasta la “calumnia infame” resultó no ser tal calumnia sino un tipo clásico de crimen.
¿Se dieron acciones antijudías en Europa y en el Medio Oriente? Por supuesto. Pero ¿era un “odio irracional” la causante? ¿Quién se lo cree? En 1911, el gobierno de Estados Unidos desarmó el imperio poderoso de John D. Rockefeller. Como no era judío, Rockefeller no pudo gritar que esto lo hacían por antisemitas. No dijo que lo hacían porque no caían bien sus facciones, su raza, su educación o su estilo, o porque fuera el castigo divino por sus pecados. Sencillamente, acabaron con la Standard Oil Company porque se volvió demasiado poderosa.
Por la misma razón valiosa, el presidente ruso Vladimir Putin acabó con la [apropiación privada mafiosa de la] compañía petrolera Yukos y de sus [ilegítimos dueños, una verdadera banda de] oligarcas facciosos [(principalmente Mijail Jodorkovsky)] . No porque fueran judíos o porque defendieran la democracia. El poder crea la demanda de un contra poder, la fuerza llama a una fuerza contraria, y los judíos eran y siguen siendo un poder.
La Judería es más sólida que la Iglesia católica, esto no los enseña el destino de un científico italiano con el cual podemos comparar a Toaff. Ayer, saliendo de la Plaza Mayor, vi una placa conmemorando a Giordano Bruno, mártir de la ciencia. Rezaba así el letrero: “Lo mató la Iglesia católica, enemiga de la ciencia”. Esto lo puedes decir libremente, y nadie te va a gritar histéricamente: ¿Cómo que la Iglesia? ¿Acaso toda la Iglesia? ¿Así que los miles de millones de católicos, desde Brasil hasta Polonia, son también culpables? ¡Qué sinvergüenza! Usted es un anticatólico!” Por cierto, el último papa pidió perdón por eso, por que voluntad propia.
En vano buscarías una placa que conmemore al filósofo, científico y escéptico rabino Samuel Ibn Zarza, autor de Miklal Yofi, quien expresó sus dudas acerca de la creación, y fue quemado en la hoguera en Valencia, por orden de los judíos. Ya estoy preparado a que me griten: “¿Cómo que los judíos? ¿Acaso todos los judíos? ¡Antisemita!” ¿Qué pasa que nadie lo dice, en este caso…?
Bien, sigamos. En el Libro de los linajes, un libro judío del siglo XV que tuve el gusto de traducir al inglés, hay un comentario que dice: “cuando los rabinos leyeron ‘en tal año después de la creación del mundo’ el erudito Zarza puso la mano sobre su barba, y con ese gesto estaba aludiendo a la preexistencia del mundo. Entonces el jefe de los rabinos Isaac Campton se levantó y dijo: ¿por qué no arde aquí ya “lala zarza”? ¡ Zarza ardiente es lo que se merece el Zarza! (alusión al episodio de Exodo 3:3). Los rabinos lo llevaron al tribunal y lo condenaron a muerte por el fuego por haber creído en la preexistencia del mundo”.
Así que tenemos el caso de dos científicos, que fueron a parar a la hoguera los dos, pero a uno lo mandó al cadalso la Iglesia, mientras que al otro los judíos. Si uno se adentra en los detalles, encuentra más semejanzas aún. Samuel Ibn Zarza fue ejecutado por el tribunal a instancias de los judíos. Hay algunas señales de que los judíos fueron activos, entre bambalinas, para conseguir que se diera muerte a Giordano Bruno también, porque era fuertemente antijudío. Giordano Bruno decía de los judíos “aquella raza tan apestosa, leprosa y reconocidamente peligrosa que merecería ser arrancada de raíz y destruida incluso antes de nacer’ (Giordano Bruno, Spacio dellaal Bestis Trionfante (1584). Esta opinión pesó en su condena a muerte, pues ya en aquel entonces, los judíos podían hacer llegar su opinión a las autoridades, y siempre había suficientes oficiales dispuestos a acatar sus órdenes. Pero en el caso de Giordano Bruno, no hay huellas visibles de esto, y por eso se sigue recordando su caso [como el de un mártir], mientras que el caso de Samuel Ibn Zarza ha caído en el olvido o la denegación.
Si uno abre la enciclopedia por Internet Wikipedia, concebida por judíos, lee lo siguiente: “a pesar de que Samuel Shalom (un sabio judío del siglo XVI) plantea que Zarza fue quemado en la hoguera por el tribunal de Valencia por denuncia del rabino Isaac Campananton, quien lo acusó de negar la creación del mundo, los historiadores han demostrado que esta afirmación es pura leyenda”. Así pues ¡el ministro de la verdad judía, el que hace la historia o la veta, todavía es capaz de decidir e imponer su versión sobre lo que ocurrió y lo que sigue siendo “pura leyenda”! La Iglesia católica no puede ni soñar con un poder de tamaño alcance.
¿Se puede cuantificar el poder judío? Unos meses atrás, el semanario británico The Economist publicó un mapa inhabitual del mundo: el territorio de cada país estaba representado de acuerdo a su Producto Nacional Bruto. Es un mapa revelador: la India resultaba más pequeña que Holanda, América latina entera no era mayor que Italia; Israel era más grande que todos sus vecinos árabes. Este mapa no era exactamente el mapa del poder: para dibujar el verdadero mapa del mundo uno debería considerar otros parámetros más : el poder militar, tanto nuclear como convencional, la influencia en el discurso público, a través de filmes, libros, periódicos, cátedras universitarias, posiciones internacionales. En un auténtico mapa del poder, la Judería parecería bastante impresionante, pues los judíos son un poder importante en este mundo en el que vivimos. Es un poder de primera categoría, más fuerte que la Iglesia católica, más fuerte que Italia o cualquier Estado europeo, más fuerte que Shell y AGIP o cualquier multinacional.
En los estudios cosmológicos espaciales, hay un fenómeno llamado el agujero negro: una estrella muy densa y pesada cambia la geometría del espacio que lo rodea, y los rayos de luz no pueden escapar de la trampa gravitacional que crea. Esta estrella que es el agujero negro es invisible porque es muy poderosa. De la misma forma, la Judería [2] es un agujero negro. Es tan poderoso que no se ve. Uno no está autorizado para verlo, y éste es el tabú más fuerte de nuestros días. El debate sobre si el rabo mueve al perro o si es al revés, acerca del lobby judío en los Estados Unidos, es una tentativa para ir acercándose al tabú sin quebrantarlo realmente. Claro que un pequeño país del Medio Oriente, llamado Israel, no puede “mover al perro USA”. El lobby israelí de AIPAC y consortes no puede pesar mucho, por mucho que se esfuerce. Pero el lobby israelí y el Estado de Israel son percibidos como manifestaciones del agujero negro, del gran innombrable : la Judería moderna.
En un debate reciente entre James Petras y Norman Finkelstein, Petras se acercó mucho al meollo de la cuestión al describir al lobby proisraelí como “una cadena de centros de reflexión prosionistas que va desde el American Enterprise Institute hasta abajo, y una configuración de poder completa, que no solamente abarca a AIPAC sino también a los presidentes de las Major Jewish Organizations (mayores organizaciones judías de América) que suman 52, más una serie de individuos que ocupan posiciones clave en el gobierno (Elliott Abrams y Paul Wolfowitz, Douglas Feith y otros)… el ejército de escritores a sueldo que tienen acceso a los mayores periódicos, los contribuyentes tores super ricos que financian al partido demócrata, los magnates de la prensa con peso en el Congreso y en el Ejecutivo”. No se trata de un lobby, es la Judería y punto.
¿Por qué es tan poderosa la judería ahora? En mi libro Pardes, ofrezco una explicación: siendo históricamente una iglesia alternativa, la judería tenía como enemigo tradicional la iglesia apostólica. Cuando se encontró vencida la autoridad de la iglesia católica romana, la iglesia alternativa cobró auge. Pero si esta explicación es demasiado complicada, o inaceptable para los materialistas estrictos, podemos traducir esto en dólares y libras.
El magnate judío Zev Chafets salió en defensa del deportista americano Richardson que estaba suspendido por decir que los judíos son poderosos y arteros. Richardson había dicho lo siguiente: “los judíos tienen el mejor sistema de seguridad en el mundo’. ¿Has estado alguna vez en el aeropuerto de Tel Aviv? Son cautelosos de verdad. Mira, como son odiados en el mundo entero, tienen que serlo. Tienen muchísimo poder en este mundo, entiendes? A mí me parece magnífico. Yo no le veo nada malo. Si miras lo que ocurre en la mayoría de los deportes profesionales, los manejan judíos. Si te fijas en las multinacionales más exitosas, las empresas que más negocios hacen, las manejan judíos. No es nada especial que sean gente cautelosa.”
Chafets replicó: “Perdónenme, pero Richardson no dijo nada ofensivo. Es cierto que los judíos, como pueblo, son magníficos, lo he experimentado. Y sienten orgullo por eso (especialmente los que no lo expresan). ¿Qué otra cosa hiriente se supone que dijo Richardson? ¿Que Israel tiene el mejor sistema de seguridad aeroportuaria en el mundo? Esto es a la vez cierto y algo que pregona Israel mismo. ¿Queé los judíos son odiados y necesitan protegerse? Esta es la premisa fundadora de la Anti Deiefamation League misma. Claro, Richardson exagera cuando dice que los judíos poseen la mayor parte de los equipos deportivos. Hasta donde yo sé, los judíos (el 1% de la población) sólo poseen “la mitad” de los equipos en el NBA (y una proporción bastante significativa en baseball y football también). ¿Y qué? Lo mismo que para la observación de que los judíos manejan un montón de negocios exitosos, no hay más vueltas que darle. Los judíos parecen ser el grupo étnico más exitoso en lo económico en los Estados Unidos. ¿Dónde está el problema?”
Esta pregunta (“¿Dónde está el problema?”) la contestó David C. Johnston en el New York Times. Escribió: “la desigualdad de ingresos en los Estados Unidos creció de manera notable en 2005: el 1 % de los ciudadanos que están en el tope –aquellos con ingreso anual de más del $348.000- reciben la parte mayor del ingreso nacional desde 1928, esto lo demuestran los nuevos informes sobre los impuestos. Los nuevos datos también muestran que los 300 000 ciudadanos en la cumbre disfrutaron colectivamente del mismo ingreso que los 150 millones de americanos que están más abajo. Por persona, el grupo al tope recibió 440 veces lo que recibe una persona en lo ultimo de la escala, con lo cual se ha multiplicado por dos la distancia entre ellos desde 1980.”
Una pregunta que Johnston no contesta (ni siquiera plantea) es: “de los 300 000 americanos de arriba que disfrutaron colectivamente de un ingreso comparable al de los 150 millones de ciudadanos de abajo”, ¿cuántos pertenecen al “grupo étnico más exitoso en lo económico de los Estados Unidos”? ¿ Acaso no era previsible que, a falta de una iglesia nacional o de otras limitaciones no económicas, su influencia en la política USA fuera drásticamente proporcional a su ingreso colectivo?
La “democracia” es un sistema político ideal donde cada persona tiene un voto y todos los votos valen igual. Este ideal difícilmente se puede hacer realidad aun cuando no esté de por medio la desigualdad económica, porque hay gente más o menos influyente, según sus habilidades propias. En las condiciones que describe Johnston, cuando un miembro de la elite percibe el ingreso de 500 personas comunes, la democracia se encuentra severamente socavada. Pero este ideal resulta traicionado del todo si esta gente de la elite posee los medios masivos y por lo tanto tiene una capacidad para formatear la visión del mundo de los demás. Si estos amos de los medios congregan sus recursos como ocurre en los Estados Unidos, la democracia pierde todo sentido. Estoy de acuerdo, de todo corazón, con frau Angela Merkel cuando dice: “Una prensa libre es la piedra angular de nuestra sociedad y la base de todas las libertades”. Pero no logro adivinar por qué ella considera que la prensa es libre si está entre las manos de amos judíos o judeófilos, como Alfred Neven Du Mont, dueño de una de las editoriales más antiguas de Alemania, y parcialmente propietario del diario israelí Ha aretz, o en el caso italiano, entre manos del propio Berlusconi (en cuya fiesta de cumpleaños ella habló). ¿Por qué esta prensa se supone más libre que una prensa controlada por el Estado, como en la Rusia de Putin? Un Estado siempre puede pretender que representa a todos sus ciudadanos….
¿Por qué insisto en lo de “amos judíos y judeófilos? Acaso “amos de los medios” no bastaría? Pues no. El diario Haaretz, propiedad de Du Mont, puede publicar un ensayo llamado “Confesiones de un racista antialemán” pero un diario alemán manejado por Du Mont jamás publicaría un artículo de alguien que odie a los judíos. La judeofilia integra a los amos de los medios y sus multinacionales en una sola maquinaria totalitaria, como la ideología comunista integraba todos los medios soviéticos en una sola entidad totalitaria (y aburrida). Esta comparación se puede extender: en los Estados Unidos, y en Occidente en general, la Judería ocupa las cumbres del control que en un tiempo ocupaba el partido comunista en la URSS; apenas mencionado en la Constitución, sin formar parte del aparato estatal en lo formal, este cuerpo opaco controlaba todos los procesos y no estaba controlado por fuerzas externas. Juan Pérez no está representado en la lista de los presidentes de las mayores organizaciones judías de América, lo mismo que Iván Públikov no estaba representado en el Buró político.
Antiguamente, esta posición la ocupaba la Iglesia. Las campañas anticlericales consumieron mucha energía y pensamiento del pueblo, a finales del siglo XIX y principios del XX. La queja principal era que la Iglesia controlaba la sociedad, pero no estaba controlada por la sociedad. El Partido comunista en Rusia (o el partido fascista en Italia, salvando las conocidas y reconocidas diferencias) tuvo que enfrentar el mismo reproche. Ahora ha llegado el momento de pedirle cuentas al último usurpador, pues la mayoría no le encargó a la judería que orientara ni controlara su forma de pensar. La influencia excesiva de la Judería es un indicador de la falta de democracia: en un país verdaderamente democrático, la judería tendría una influencia proporcional al número de sus miembros. Pero la historia no ha concluido, y la libertad puede renacer mandando a la Judería, como se hizo con la Iglesia y el Partido, a un nicho modesto dentro de nuestra sociedad dinámica.
Los revisionistas del holocausto creen que el poder judío se vendrá abajo si socavan el discurso dominante sobre el holocausto. Creen que “el poder judío está basado sobre la mentira”. No estoy de acuerdo. El poder de la Judería es muy real, está basado en el dinero, la ideología y todo lo que pueda servir para asentar a cualquier poder. Este poder real podría y debería derribarse, y entonces el discurso sobre el holocausto ya no interesará a nadie más que a los parientes próximos.
Si se dejan llevar por el amor a la libertad y la compasión, esta solución será benéfica para los judíos individualmente. ¿Cuál es la posición del judaísmo individual en relación con la judería? Es la misma que la del individuo miembro del Partido con relación al Partido. En los últimos días de la Unión soviética, había 16 millones de miembros del partido; era provechoso ser miembro, pero en cuanto el ser miembro del Partido dejó de reportar beneficios, la membresía se achicó y se redujo a unos cientos de miles de personas. No lo vean como una tragedia: los comunistas de ayer recobraron la libertad. Algunos de ellos (como Boris Yeltsin) se convirtieron en anticomunistas, otros dejaron la política por la fe, o el comercio, o los negocios. Los que permanecieron comunistas tampoco lamentan el colapso: pues se distanciaron de los hipócritas y ya no tienen que tratar de complacer a millones de pequeño burgueses; ya pueden proclamar su verdadera creencia.
De la misma forma, deshacer la Judería reduciendo su influencia a algo proporcional al número de sus miembros causará un éxodo ideológico masivo. De los 16 millones de judíos, probablemente son unos cientos de miles apenas los que se mantendrán fieles a la ley mosaica y al Talmud y al estudio de la Kábala (¡ Dios los bendiga!), mientras el resto descubrirá otros intereses y afiliaciones (Dios los bendiga a ellos también). Todos ellos agradecerán a los disidentes como el Dr Toaff quien sepultó el mito del antisemitismo y les ayudó a recobrar la libertad.
¿Acaso no pueden ser libres dentro del marco de la Judería? En los años 1970-80, se dio un debate similar acerca de la libertad y el pluralismo en el seno mismo del Partido comunista. Y por cierto, no salió nada de ahí. La Judería no es menos monolítica que el Partido, también permite algunas divergencias de opiniones, pero la diversidad no abarca lo suficiente. Por el lado de la derecha, está Gilad Sharon [hijo de Ariel Sharon] que quiere quitarles a los no judíos la ciudadanía israelí; por el otro lado, está Uri Avnery, quien está proponiendo lo mismo, de hecho. Podemos y deberíamos ayudar a los judíos a recobrar la libertad, como sucedió con los miembros del Partido, y antes que ellos, con los feligreses de la Iglesia, ,que recibieron ayuda para recobrar la libertad en sus elecciones personales.
Notas
[1] la versión original de este documento contiene abundantes referencias a fuentes en inglés; ver: http://www.israelshamir.net/English/Eng16.htm
[2] Se puede distinguir la judería, como agrupación tradicional, de la Judería moderna, verdadera institución que tiende a regir el mundo no judío. Ver a continuación la comparación con la Iglesia y el Partido.